Ríos regionales y plaguicidas

Es de vox populi en el Alto Valle que los ríos de la región están contaminados con plaguicidas.

Y no es una situación absurda de pensar, si se tiene en cuenta que desde el comienzo de la actividad agrícola en la región nunca dejó de aplicarse algún plaguicida en las chacras entre las que ondulan las principales ciudades y poblados de la región.
Se fueron empleando diferentes estrategias para proteger los cultivos de las diversas plagas y estas fueron evolucionando desde el uso de plaguicidas clorados, pasando por plaguicidas organofosforados (más tóxicos) hasta la situación actual del manejo integrado de plagas (que utiliza menos plaguicidas, monitorea las plagas y emplea técnicas biológicas y de confusión sexual).
Para conocer con certeza la situación real se debe acudir a los procedimientos científicos desarrollados para tal fin y debidamente validados con normas de calidad. En el Laboratorio de Cromatografía del Libiquima perteneciente a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Comahue, se emplea una metodología integrada que incluye el monitoreo químico y el biomonitoreo. Se miden las concentraciones analíticas de los residuos de plaguicidas en acuíferos, aguas superficiales de ríos y drenajes, también así de los sedimentos. En simultáneo se investiga una comunidad biológica como bioindicadora, los macroinvertebrados acuáticos, organismos visibles a simple vista que habitan en la interfaz sedimento-agua de los ecosistemas acuáticos, cuya importancia radica en que son sensibles a la contaminación. Estas comunidades se diferencian en cuanto a su abundancia y riqueza taxonómica según se encuentren en aguas puras o contaminadas. Los organismos son colectados, clasificados, identificados y finalmente los resultados relacionados con los correspondientes al análisis químico del sitio.
Esta evaluación simultánea, monitoreo químico y biomonitoreo, permite entrecruzar la información obtenida y arribar a conclusiones más firmes.
Los resultados obtenidos hasta el momento muestran que los ríos Limay, Neuquén y Negro no revelan niveles de residuos de plaguicidas detectables a partir del análisis químico y tampoco se revelan distorsiones en la estructura de la comunidad de macroinvertebrados acuáticos que pueda asociarse con los plaguicidas.
Aún así, estos resultados auspiciosos no son permanentes ni definitivos porque se siguen aplicando agroquímicos que, si bien no se detectan en los ríos, es factible encontrarlos en efluentes de industrias y drenajes del agua de riego que surcan las chacras, cuyo destino final son los ríos. Los plaguicidas son sustancias tóxicas que se vierten deliberadamente a los cultivos y desde ese momento se implican en la dinámica que los distribuye en los distintos compartimentos del ambiente: aire, suelo, agua. Además, potencialmente pueden quedar asociados como residuos en los alimentos. La toxicidad de estos compuestos se extiende a todos los organismos vivos, incluido el ser humano.

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